"...Yacía una multitud de enfermos... Porque el ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua, quedaba curado."
(Jn 5, 3-4)
Existía en el pueblo judío la creencia de que un ángel agitaba el agua de Betesda. Verdadera o no, lo más importante es ver la actitud de Jesús en los versículos que siguen al pasaje citado. Siente misericordia del hombre que hace treinta y ocho años que estaba enfermo y permanecía a la orilla de la piscina, sin tener quien lo colocase dentro. Jesús siente su dolor y no se contenta con sólo tener pena: hace algo por él. Muchas veces podemos ser el ángel soñado que tantos enfermos están esperando para obtener el alivio de su sufrimiento. Un remedio, una atención, una palabra amiga pueden tener un enorme poder curativo. Todo esto está a nuestro alcance; ¿Qué estamos esperando?
Fuente: Los cinco minutos de los Ángeles
Sérgio J. De Souza
Editorial Clarentina
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